Un estudio reciente arrojó como resultado la presencia de fármacos para uso humano en peces del Río Uruguay. Las trazas fueron descubiertas en especies como la boga, el dorado y el sábalo, pero según los especialistas no reviste peligro para la salud humana, aunque el hallazgo pone en evidencia el impacto urbano en el ecosistema acuático.

Todo llega al mar. No importa donde esté ni que tamaño tenga, todo, inevitablemente, termina en el mar. El ejemplo más paradigmático es el de los plásticos que invaden los mares y actualmente preocupan por el impacto que tiene sobre la vida en los ecosistemas acuáticos y por sus posibles efectos sobre los seres humanos. Sin embargo, hay otras cosas que no son tan “visibles” pero que podrían tener consecuencias para el ambiente. Un estudio reciente halló la presencia de fármacos de uso humano en especies de peces de consumo habitual del Río Uruguay, curso de agua compartido por Argentina y Uruguay que forma parte de la Cuenca del Plata.

Las drogas fueron halladas en el tejido muscular de bogas, durados y sábalos, de los cuales se analizaron 94 ejemplares recolectados en sectores cercanos a zonas urbanas. En la mayoría se encontraron trazas de fármacos contra la epilepsia, afecciones cardíacas y diuréticos, entre otros. Pedro Carriquiriborde, del Centro de Investigaciones en Medio Ambiente de la Universidad Nacional de La Plata, líder de la investigación, explicó que “la boga presentó las concentraciones más altas, y mayor cantidad de fármacos”. En relación a los fármacos hallados, Carriquiriborde comentó que “fue una sorpresa, ya que nuestra hipótesis inicial era que principalmente encontraríamos rastros de los fármacos más comúnmente prescriptos como los antiinflamatorios diclofenac e ibuprofeno. Por el contrario, estos casi no aparecieron”.

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Pero, ¿cómo llegan estos medicamentos a ser consumidos por los peces del Río Uruguay?. Como se ha dicho, todo llega al mar, y nuestra orina y deposiciones no son la excepción. Los afluentes cloacales sin un correcto tratamiento transportan los restos de fármacos despedidos por nuestros cuerpos hasta el ecosistema acuático. Estas sustancias se acumulan en el fondo de los cuerpos de agua y, según el estudio, allí serian consumidas por una especie invasora conocida como el mejillón dorado. Estos moluscos son consumidos por peces omnívoros como la boga y con ellos las drogas que contienen en su cuerpo.

“Afortunadamente no encontramos la combinación más riesgosa de todas, que era la de tener cantidades grandes en la mayoría de las muestras. De hecho, en ninguno de los casos vimos superados los niveles de ingesta diaria admisible de acuerdo con recomendaciones internacionales” explicó el investigador. Si bien las concentraciones detectadas en los peces están por debajo de los limites seguros y no representarían un riesgo para la salud humana, su presencia no deja de ser un hecho preocupante que pone en evidencia el impacto de la actividad urbana sobre los ecosistemas acuáticos y la necesidad de un correcto tratamiento de los efluentes cloacales que generan, los cuales no solo transportan fármacos sino una infinidad de otros elementos contaminantes que afectan a la biota de los espejos de agua y, potencialmente, a la salud humana.

Abel Sberna
Fuente: SciDev.Net – La Nación

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